Rey del Universo
¡Ampay me salvo con todos mis compañeros ¡.
Fue el grito más intenso que pude haber escuchado aquella tarde. Un grito que rompió toda ley y fácilmente pudo ser escuchado hasta en los confines de la tierra. Fue tan potente y lleno de energía como el grito de William Wallace exclamando libertad ante los ingleses y tan poderoso como un trueno.
Lo más impactante fue que esta exclamación, tan llena de poder, vino de un pequeño ser, un ente minúsculo, de no más de 8 años de edad, de complexiones robustas y cuerpo rechoncho.
Su peculiar aspecto, muy parecido a un personaje de publicidad de neumáticos, hacía juego con sus enormes mejillas color rosáceo, decoradas con infinidad de pecas, tantas que me tomaría un día entero contabilizarlas.
Llévala de atuendo un short sumamente corto junto con un polo tan apretado y pequeño que tan de solo verlo, me quedaba con la sensación de que me faltaba oxígeno y que dejaba al descubierto su abultada barriga junto con un ombligo que discretamente se asomaba. Unos zapatos color azul con pasadores blancos y una gorrita con orejeras, justo como la de un querido personaje de un programa de televisión y que vivía en un barril.
Llévala de atuendo un short sumamente corto junto con un polo tan apretado y pequeño que tan de solo verlo, me quedaba con la sensación de que me faltaba oxígeno y que dejaba al descubierto su abultada barriga junto con un ombligo que discretamente se asomaba. Unos zapatos color azul con pasadores blancos y una gorrita con orejeras, justo como la de un querido personaje de un programa de televisión y que vivía en un barril.
Luego de haber vociferado a viva voz aquella palabra tan memorable de mi infancia, lo demás niños que jugaban junto con él se aproximaron a toda carrera, misma celebración de un penal que brindaría la clasificación a un mundial, saltaron y se abalanzaron sin cuidado alguno sobre nuestro regordete salvador, exclamando gritos de victoria acompañados de palmas, silbidos y abrazos tan llenos de alegría y felicidad como si se tratara de un acontecimiento digno de un conquistador.
La algarabía continúo por varios segundos, con todos los niños uno encima del otro, en una ruma humana sobre el césped crecido del jardín, tal cual sándwich elaborado con varias capas de ingredientes y con un ambiente tan único como es de la niñez sin preocupaciones ni problemas.
Comenzaron por ponerse de pie, uno tras otro, de forma de que nuestro regordete amigo pudo levantarse y respirar nuevamente, ya que la presión de todos encima, lo tornó de un color rojo intenso, tan intenso como un botón de rosa en su próximo despertar.
Comenzaron por ponerse de pie, uno tras otro, de forma de que nuestro regordete amigo pudo levantarse y respirar nuevamente, ya que la presión de todos encima, lo tornó de un color rojo intenso, tan intenso como un botón de rosa en su próximo despertar.
Una vez ya sobrepuesto de la celebración, comenzó a narrar con minucioso detalle su gran hazaña. Con lujo de detalle, mencionaba de cómo se escondía entre los arbustos, los autos estacionados, entre pequeños trotes que lo dejaban sin aire, tras los postes de luz (cosa que parecería muy graciosa ya que los postes son muy delgados y él era el doble de ellos), pero ya que un compañero justo le menciono eso de forma muy graciosa, aclaro que para eso, sumía su estómago y aguantaba el aire por varios segundos para que la sobra de si barriga no lo delate.
Siguió narrando su idílica travesía, hasta que llego a una parte que me hizo recordar mis tiempos, donde estos juegos eran los más hermosos de mi etapa infantil, la cual cito a continuación:
“Lo vi alejarse por mi derecha, sin saber para nada de donde me escondía. Vi que el camino a la victoria estaba tan cerca que pude sentir el poste como si lo tuviera aquisito, tocándolo y sintiendo que me convertía en el rey del universo con cada pum pum de mi corazón. Así que me amarre las zapatillas, me subí el short lo más que pude y comencé a correr como si mi mama me persiguiera con la sandalia por comerme sus chocolates que guardaba en el cajón. Por aquellos 4 segundo que duro mi pique, fue el niño más feliz de la tierra.”
Imagine aquel momento en mi cabeza como si yo fuera aquel niño. Tales acontecimientos solo se pueden vivir en esa etapa de la vida.La gran y sublime infancia.
Apague mi cigarrillo, me levante y seguí mi camino dibujando en mi mente mientras andaba, la imagen de aquel niño sobre un pedestal de premiación, con una capa mismo super héroe y con fuegos artificiales de fondo, conquistando el universo llamado niñez.
Me aleje de aquel lugar mientas escuchaba de fondo las voces de los niños diciendo entre gritos:
“Gordo,eres el rey del universo”.
“Gordo,eres el rey del universo”.
Hasta pronto.
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